El Gobierno enviará antes de la medianoche de este jueves el proyecto de Presupuesto 2023 al Congreso y buscará así tener el aval parlamentario para su hoja de ruta económica para el año próximo, que tendrá como pilares una expectativa de inflación mucho más baja que la prevista para el fin de 2022, el sostenimiento de una de las metas principales con el FMI como es la reducción del déficit fiscal, mantener el superávit comercial externo y un crecimiento de la actividad a un ritmo más leve.
Además, el texto de ley incorporará una adenda en la que propondrá a la oposición discutir una idea que manifestó el Fondo Monetario en las últimas conversaciones técnicas: que el Estado tiene espacio para reducir aún más su déficit si pone en marcha la eliminación de algunos beneficios y exenciones tributarias. Si todo ese paquete propuesto fuese eliminado por decisión parlamentaria, le implicaría al fisco un ingreso extra por 2,4% del PBI, lo que implicaría prácticamente terminar con el déficit primario.
La continuidad del programa económico acordado con el Fondo Monetario implicará que el déficit primario, que este año se estima que terminará en 2,5% del Producto Bruto Interno, se reduzca el año que viene hasta 1,9% del PBI, lo que implicaría a valores presentes una poda mayor a los $700.000 millones.
El Presupuesto 2023 está diseñado en base a esa premisa, aunque desde el equipo económico aseguran que si la coyuntura requiera medidas adicionales hacia el “ordenamiento fiscal”, el Ministerio de Economía podría revisar los gastos tributarios, es decir aquella porción de impuestos que el fisco deja de recaudar por los esquemas diferenciales tributarios.
El texto que Sergio Massa enviará al Congreso prevé que este año termine con una mejora de 4% en el Producto Bruto y que el 2023 registre una desaceleración en ese crecimiento, que quedaría así en 2% anual, una velocidad que el Gobierno espera que se sostenga incluso hasta 2025.
La inflación, que este año finalizaría en torno de 100% según las estimaciones privadas, debería retroceder a un ritmo de 60% anual, de acuerdo al proyecto ingresos y gastos que llegará en horas al parlamento. Esto implicaría una baja de unos 35 puntos porcentuales respecto a la estimación final que hacen en el Palacio de Hacienda para 2022, que orilla el 95 por ciento.
Un camino de similar velocidad seguirá el tipo de cambio administrado por el BCRA, que terminaría el 2023 con una variación de 62,1%, un ritmo similar al de la suba de precios.
Un ítem que crecería por encima de la inflación esperada es el de la recaudación tributaria: aceleraría, a lo largo de 2023, a una velocidad de 78% y finalizaría en torno a los 35 billones de pesos. De todas formas, representaría una caída en el peso que tienen los ingresos fiscales respecto al PBI y pasaría de 23,95% a 23,77% del Producto.
Ese crecimiento en términos reales de la recaudación, sostiene el equipo económico, estará explicado por la dinámica de la actividad económica, el comercio exterior, en los incrementos de las ganancias de las personas humanas y sociedades, una esperada caída en la evasión impositiva y a ingresos mayores por los regímenes de facilidades de pago.
Fuente: Infobae
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