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La Inteligencia Artificial cada vez más lejos de las Administraciones Fiscales Argentinas

Por Federico Schweizer


Con el impensado crecimiento de la capacidad informática, la disponibilidad de datos y los avances en los idiomas informáticos, la Inteligencia Artificial (IA) nos pone ante una de las tecnologías más importantes y estratégicas del siglo XXI.


Desde la perspectiva tributaria, el cambio está siendo absoluto. La Inteligencia Artificial está transformando las administraciones tributarias y los sistemas fiscales de aquellos países que han permitido ingresar esta tecnología a sus estándares de trabajo.


Sin duda, el impacto en la posición de los contribuyentes y el nuevo marco de relaciones que surge entre ambas partes de la relación juridica tributaria, también, es novedoso, y el camino hacia este nuevo paradigma aun se encuentra en plena fase de implementación.


Como cualquier tecnología, su funcionamiento depende de la coyuntura en la que se la intente adaptar, quiero decir, todo un entorno debe coexistir en forma eficiente junto con su implementación para que haya éxito en el objetivo. En este caso, permitir que los algoritmos de la Inteligencia Artificial, nutridos correctamente con los datos de los contribuyentes, permitan una mejor aplicación del sistema tributario, logren actos tributarios de mayor calidad y celeridad, y en forma simultánea exista seguridad jurídica para los contribuyentes.


Tomando como punto de partida el párrafo precedente, resulta muy difícil imaginar que las Administraciones Tributarias argentinas puedan adaptar su funcionamiento a la Inteligencia Artificial. Ya, en pleno siglo XXI, los sistemas informáticos de AFIP, los cuales son la piedra angular de muchísimos otros organismos recaudadores, transitan una errática existencia con permanentes fallas, originadas por profundos defectos tecnológicos y por la constante falta de criterio, definición y tiempo en la implementación tecnológica de las normas.


Nadie podría imaginar 30 años atrás, que en el año 2020 aun seguiría existiendo el Sistema Integrado de Aplicaciones (SIAp.), ni que algunos de sus aplicativos estén hoy inaugurando su Versión 43. Todas plataformas que basan su funcionamiento en lenguajes creados cuando, incluso aún, no existía INTERNET y que intentan, cada vez con mayor dificultad, coexistir con tecnologías que ni siquiera hablan su mismo idioma.


En la actualidad podemos remitirnos a la vigente moratoria de AFIP (Ley 27.541), llena de polémicas tanto para los contribuyentes como para los profesionales que intentan implementarla, condicionada por opiniones e interpretaciones, a cargo de secretarías, subsecretarías o funcionarios y dependiente de una plataforma como el problemático Sistema de Cuentas Tributarias el cual ha transformado su existir en un juego de azar.


Una de las claves de la Inteligencia Artificial es el aprendizaje. Los algoritmos de la inteligencia artificial son capaces de aprender por sí solos, sin intervención humana. Esto es lo que se conoce como Machine Learning; los algoritmos extraen toda la información de los datos y obtienen de ellos patrones de comportamiento que pueden proyectar decisiones.


En una coyuntura local como la expuesta, lamentablemente resulta imposible compatibilizar los principios de la tecnología de la IA, de la que tanto se benefician hoy las administraciones tributarias modernas, las cuales aprovechan exitosamente su posición privilegiada derivada de la tenencia de cada día más datos y que a su vez favorecen un mejor cumplimiento tributario, más fácil y dinámico para los contribuyentes y a su vez más justo, con menores errores por parte de las Administraciones.

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