Como siento una mochila indeseada a cuestas, el Gobierno reaccionó en términos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no esperaba cuando a fines de enero le transmitió al Estado argentino una invitación formal para iniciar el proceso de accesión a este selecto organismo donde conviven las economías de mercado más prósperas del planeta.
Tras recibir una carta firmada por el secretario general de la OCDE, el australiano Mathias Cormann, anunciándole la decisión de evaluar la postulación argentina, pero también demandando una confirmación de interés en seguir el proceso, el presidente Alberto Fernández dio instrucciones elusivas al canciller Santiago Cafiero, que denotan la falta de acuerdo al interior de la alianza gobernante sobre cómo abordar un proceso disparado por la anterior gestión de Mauricio Macri.
Diferenciándose de las manifestaciones públicas de los presidentes de los otros dos países latinoamericanos invitados en simultáneo a formar parte de la OCDE, Brasil y el Perú, el Gobierno argentino envió una carta al organismo ubicado en París con más interrogantes que certezas. Fue el modo de ratificar el interés, pero también de exponer las sospechas.
La OCDE invitó a la Argentina a ser miembro: fue a pedido de Macri, y aguarda una señal de Alberto Fernández
En total sigilo, el Gobierno aceptó iniciar el proceso para adherirse a la OCDE
Según pudo saber El Cronista, el canciller Cafiero respondió a la OCDE con un escrito en el que hizo planteos a las reformas que el organismo pide a los Estados que inician el proceso de accesión. Vale decir que el organismo demanda "compromiso con los valores, la visión y las prioridades", y exige demostrar "los méritos de una economía de mercado abierta basada en el libre comercio, la competencia, la sostenibilidad y la transparencia".
La misiva del ministro de Relaciones Exteriores buscó precisar la hoja de ruta y el orden de pasos que la OCDE pide seguir. En conversaciones con diversos actores, el jefe de la diplomacia y asesor de primera línea del Presidente reconoció que el Gobierno no está en condiciones de comprometerse en reformas profundas que impliquen liberalizar la política económica.
Dicho eso, Cafiero transmitió que el Estado argentino podría comprometerse en cambio en una primera etapa en abordar asuntos menos candentes, como ciertas mejoras en lo que se llama gobernanza (governance), transparencia y buenas prácticas regulatorias.
Dos meses después de la invitación formal, y tras despacharse la carta firmada por Cafiero, el ministro de Economía, Martín Guzmán, se reunió en París con el secretario Cormann y comentó que el Gobierno seguirá trabajando "de manera constructiva" para "maximizar beneficios" en esta "fructífera relación".
Pese a ello, desde la tribuna kirchnerista recelan del organismo y ven en él otro actor externo condicionando la política económica. A los condicionamientos que impondrán las revisiones trimestrales del FMI, en el marco del programa sellado en marzo, la OCDE aparece en el entorno de la vicepresidenta como un corsé más. Sobre llovido, mojado.
Desde París, la respuesta dada informalmente a funcionarios argentinos es que el roadmap hacia el ingreso pleno al organismo debe elaborarse en acuerdo con el Estado involucrado, sin moldes prefabricados. El esquema sui generis garantiza flexibilidad, insistieron los representantes del organismo multilateral, a los que todavía contraría saber con quién deben seguir el caso argentino: si acaso con la Cancillería, el ministerio de Economía, o la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, a cargo de Gustavo Béliz.
Fuente: Cronista
コメント